Leer en voz alta siempre impone, especialmente si es nuestra primera vez y lo hacemos para un grupo tan honesto como los niños. ¿Conseguiremos seducirles y que escuchen? ¿o se revolucionarán y no conseguiremos su atención? El pasado fin de semana leí para unos veinte niños de Mini Lectores, un grupo de cuentos, juegos y manualidades para niños que hablan en español y viven en Holanda, en la Biblioteca Central de La Haya. Todas esas dudas y miedos me rondaron al preparar la lectura de ¿Quién hay dentro? (Combel) de Mar Benegas.
Os cuento las claves que me ayudaron a preparar la sesión, para que podáis aplicarlas a vuestras propias lecturas:
1 Conoce a tu público para seleccionar una obra adecuada
Sabíamos que en las lecturas del Club Mini Lectores de La Haya suelen participar niños de entre 3 y 7 años, acompañados de sus padres. Así que acepté la sugerencia de mi hijo A. (que ahora tiene 4 años), que insistió en leer ¿Quién hay dentro?, de Mar Benegas (ya sabéis que en casa nos gusta mucho, como os contamos en este otro post).
Me pareció que las onomatopeyas y repeticiones de este texto rimado, el misterio de saber qué personaje se esconde tras cada solapa, y las ingeniosas ilustraciones de Lalalimola podían funcionar muy bien.

2 Planifica una introducción
Tomar unos minutos para una introducción me ayudó a conectar con los niños, y ayudarles a descargar un poco de energía con una canción. Este recurso sirve también como ritual para conducir su atención hacia la lectura. Llevé también una “bolsa mágica”, donde llevaba escondido el libro, y que solo se abría cuando todos cantábamos juntos la canción.
Aquí os dejo la lista-resumen de la introducción que hice en esa sesión.
- Darles la bienvenida, preguntarles su nombre si no son muchos, cómo se encuentran. En fin, tomar unos segundos para sentiros cómodos en el grupo.
- Presentarme, como la madre de A. y L., y contarles que nos gusta leer poesía en casa.
- Preguntarles si les gusta la poesía. Con un público de esa edad, probablemente oigas un “síiiiii” eufórico o tímido, o te regalen algún comentario para hilar la introducción. O tal vez el silencio como respuesta te brinde la oportunidad de descubrirles la magia de la poesía.
- Les conté que A. había seleccionado una poesía como sorpresa para leerles esa tarde, que estaba en mi bolsa mágica. Hice sonar mi bolsa, que además del libro tenía unas cuantas tapas de metal, de esas de los botes de cristal.
- Expliqué que mi bolsa mágica tiene una cerradura que solo se abre cuando todos cantamos una canción. Pensé en alguna canción simple, y se me ocurrió abrir la bolsa al ritmo del estribillo “envolviendo, desenvolviendo, estira estira y pam, pam, pam”. Es importante que cantes una vez tú, como muestra, y luego invites a hacerlo todos juntos.
- Mientras cantaban el estribillo “envolviendo, desenvolviendo, estira estira y pam, pam, pam”, abrí la bolsa y mostré el libro.
- Les presenté el título, y quiénes eran la autora y la ilustradora. Aproveché para preguntarles si conocían a la poeta Mar Benegas, y la presenté, mostrándoles una foto de ella en la actualidad (en mi móvil) y otra de cuando era niña (en el libro 44 poemas para leer con niños). Cuando leo a A., siempre me gusta que sepa quién hay detrás de los libros, que los autores son personas de carne y hueso, como él. Por eso decidí hacerlo también en la lectura, con un impacto mayor de lo esperado: niños y mayores se mostraron curiosos, e hicieron varios comentarios y preguntas (“¿lo escribió cuando era pequeña?”, “¿vive en La Haya?”, “¿por qué tenía el pelo liso y ahora rizado”?)
- Aproveché para envolver la poesía en la narración de otra historia: la de Mar Benegas niña, que una noche estando en la cama oyó un ruido (“cris-cras, cris-cras, cris-cras”) y para ahuyentar al miedo inventó el poema que íbamos a leer.

3 Cuida con mimo la lectura
A algunos nos gusta dramatizar, y otros narradores son más reservados: no hace falta que sobreactúes, sé tu mismo y da vida al texto a tu manera, cuídalo, vocaliza, ensaya. Repito: ENSAYA. Con tu hijo, con tu sobrino, con un amigo: ENSAYA. Sobre todo si es tu primera vez, te ayudará a leer con calma, a proyectar la voz, a decidir qué palabras o versos resaltar, cuándo hacer pausas, cuándo quieres invitar al público a repetir contigo o responder alguna pregunta. También te ayudará a encontrar la posición adecuada para leer mientras muestras las ilustraciones y descubres las solapas.
En la lectura de ¿Quién hay dentro? es casi natural que al público le guste repetir contigo “cris-cras, cris-cras, cris-cras” o “¡qué miedo!”. Además, si dejas a medio terminar algunos versos y das la oportunidad al público de hacerlo, los niños que conocen el libro (e incluso los que no), lo terminarán por ti (“dentro del Nilo bucea un…”)
4 Piensa en cómo vas a cerrar
El final de “¿Quién hay dentro?” no deja indiferentes a los más pequeños, y garantiza terminar la lectura en un punto álgido. Piensa en cómo vas a cerrar tras terminar el libro: tal vez quieras repetir la canción del comienzo para cerrar el ciclo. En mi caso, opté por contar el final de la historia de Mar Benegas niña, la cual descubrió que quien hacía el ruido “cris-cras” era su madre en la puerta, gastándole una broma. Mar Benegas decidió entonces vengarse, haciéndole una tarjeta broma a su mamá donde escribió el último verso del poema “dentro del espejo estás tú con tu reflejo”, y dibujando dentro “un monstruo feo y viejo”.
Así, ligamos con la actividad de manualidades que el Club Mini Lectores siempre propone hacer tras cada lectura, e invité a los niños hacer su propia tarjeta-broma con el verso “dentro del espejo estás tú con tu reflejo”. En mi opinión, normalmente la lectura no necesita los aderezos de ninguna actividad adicional, pero también es bonito darle vida “en tres dimensiones” al texto. Si piensas en hacer alguna manualidad, es importante que planifiques los materiales, el tiempo que necesitarás y que lleves un ejemplo como muestra para los niños.


Esperamos que esta experiencia leyendo ¿Quién hay dentro? os sea útil para generar vuestros propios recursos, y sobre todo, que os anime a leer poesía en voz alta en grupo, ya sean amigos en casa, en el colegio o en la biblioteca. La respuesta de los niños y de los padres en esta lectura fue fantástica, y yo disfruté muchísimo. Si tenéis consejos o sugerencias para incorporar en esta lectura, me encantará conocerlos para llevármelos en mi «bolsa mágica» a la próxima sesión.