Hoy os hablamos de El día que los crayones renunciaron (The day the crayons quit). Su autor es el escritor norteamericano Drew Daywalt y está ilustrado por el artista, escritor e ilustrador australiano crecido en Belfast y residente de Brooklyn Oliver Jeffers. Es un libro que ha recibido distintos premios, como el Goodreads’ 2013 Picture Book of the Year y ha estado durante un año en el número uno de la lista de ventas del New York Times. Nosotros lo descubrimos en la librería Almedina Atrium Saldahna en Lisboa (y por eso lo tenemos en portugués).
Drew Daywalt es un escritor de fantasía, terror y comedia que ha trabajado para Universal y Disney y es también escritor de series animadas. El día que los crayones renunciaron fue su primer libro, y existe una secuela, El día que los crayones regresaron a casa. En este libro Drew Daywalt capta con mucho humor y naturalidad conflictos que implican a los niños. También es autor de otros libros como The legend of rock, paper, scissors, ilustrado por Adam Rex, que lee a continuación el propio escritor.
En El día que los crayones renunciaron acompaña al escritor un artista muy conocido, prolífico y multipremiado, el también escritor e ilustrador Oliver Jeffers. Ambos volvieron a trabajar juntos en el segundo libro de los crayones, El día que los crayones regresaron a casa.
Oliver Jeffers tiene un estilo muy reconocible, con un variado uso de los colores y creación de personajes particulares (como los Huguis), y gusta de cambiar y manejar distintos materiales y métodos de dibujar y colorear. Así, por ejemplo, en el libro que nos ocupa las ilustraciones están realizadas en gran parte … con ceras de colores. Tiene una página llena de información que os recomendamos visitar y en la que incluye algunos materiales de uso libre. Tiene también otra página, Oliver Jeffers’ World, que incluye materiales para padres y profesores. Durante la cuarentena está leyendo libros en directo, y por suerte ha leído El día que los crayones renunciaron, que os dejamos a continuación. Podéis verlo en vivo en su instagram @oliverjeffers o ver los vídeos en la página Stay at Home Story Time with Oliver Jeffers.
Nuestro libro comienza con un niño, Duncan (Duarte en portugués), que al buscar sus ceras de colores en la escuela encuentra un paquete de cartas. Al abrirlas, resulta que están escritas por esas mismas ceras con las que pinta todos los días. En las cartas, cada cera le va confesando su situación, sincerándose con Duncan sobre cómo se sienten cuando las usa para pintar sus dibujos. Las ceras van dejando agradecimientos, sugerencias, quejas, preocupaciones y pensamientos. Tal es el grado de confesiones, que casi todas llegan a darle un ultimátum a Duncan: o cambia su manera de colorear o renuncian. ¡Pobre Duncan! y ¡pobres ceras!
Y aquí tenemos al sorprendido Duncan, que tiene que resolver el entuerto en el que le han metido sus ceras, a las que quiere hacer felices. Desde la socorrida cera roja hasta las menos usadas, como la cera melocotón, a la que Duncan ha quitado la banda de papel protector. ¿Cómo podrá resolver Duncan la situación para poder volver a dibujar con sus adoradas e inseparables ceras de colores?

Es un libro muy divertido, donde los niños van a empatizar rápidamente con Duncan y entender la postura de las ceras de colores (que a su vez aplican la irrefutable lógica infantil). Cuando cada cera cuenta sus problemas a Duncan por los dibujos que hace con ellas, sus demandas resultarán totalmente comprensibles para cualquier niño. Acompañando a Duncan en la lectura tendrán que enfrentarse a terribles dilemas: ¿cómo resolver el enfrentamiento entre la cera naranja y la cera amarilla por ver quien es el verdadero color del sol? (incluyendo pruebas que lo demuestran) o ¿qué hacer con la cera gris? (exhausta siendo continuamente usada para enormes animales como elefantes, hipopótamos o ballenas) o ¿cómo usar más a la pobre cera blanca?

El propio libro ayuda al lector de manera divertida a implicarse, como psicólogo de tiernas y sinceras ceras de colores, a entender sus problemas y a plantearse las cosas con otros ojos. La creatividad, como la de Duncan, desde el cariño, requiere pensar de otra manera y, en este caso, colorear de otra manera.

Así, el problema tiene fácil solución para los niños, que son creativos, flexibles y empáticos por naturaleza, como Duncan, y que entienden el dilema de Duncan, y quieren ayudar a sus queridas pinturas de colores, tanto como querrían ayudar a las suyas propias, si fuera el caso. Y por otra parte nos permite a nosotros, adultos, explorar junto a ellos y preguntarnos si no podríamos aplicar algo de esa creatividad, flexibilidad y empatía natural frente a los problemas y estereotipos del día a día de vez en cuando…
Que buena pinta!!! Este me lo apunto 🙂
¡A ver si os gusta!