Entre los primeros libros que le canté a A. está ¿Le pondremos un bigote?, uno de los cinco títulos de la colección La cereza (editorial Combel), creados para divertirnos leyendo, jugando y cantando a nuestros prelectores.
Mar Benegas y Lalalimola utilizan elementos variopintos para construir el cuerpo del absurdo y divertido monigote que descubriremos sólo al final del libro. Cada doble página sigue la misma estructura con dos versos acompañados de dos sencillas ilustraciones, lo que facilita el seguimiento de los más pequeños.
¿Le pondremos un bigote? con 10 meses
Compramos ¿Le pondremos un bigote? en la librería del barrio, cuando A. era un bebé de 10 meses. Entonces la actividad que más disfrutaba era simplemente, sujetar, manosear y por supuesto comérselo. ¡A mamá cantando el libro apenas prestaba atención!
Creo que no debemos menospreciar el valor del libro como objeto. Dejemos que los libros formen parte de la vida de nuestros bebés, de sus juegos, de sus etapas de desarrollo. Así que sí, he dejado que mi hijo se comiera los libros.
En este sentido el tamaño 16×16 cm de este libro es manejable para manos pequeñitas (y práctico para llevarlo en el bolso y que A. se entretenga mientras esperamos a que traigan el café en alguna mesa). Tan solo una pequeña objeción al formato: a pesar de ser cartón, el material no ha resistido los mordiscos de A., y se ha deteriorado mucho antes en comparación otros libros que han sufrido la misma experiencia de intentar ser devorados.

¿Le pondremos un bigote? con 15 meses
Me encantaba ir haciendo cosquillas a A. según íbamos construyendo el monigote: se tronchaba de la risa y a la vez iba familiarizándose con el vocabulario de las diferentes partes del cuerpo.
Ha dejado de ser un elemento comestible, aunque aún disfruta simplemente pasando las páginas, y manoseándolo y llevándolo de un lado a otro ahora que ya camina. Voy introduciendo el concepto de cuidado con los libros, pero más dando ejemplo intentando que vea como nosotros los usamos, que con “no”, ”para”, o “eso no se hace”. En definitiva, sí, el libro sigue sufriendo lo suyo.

¿Le pondremos un bigote? con casi 2 años
A. ahora tiene 22 meses. ¡Os podéis imaginar que conozco los versos de memoria! Me gusta cantárselo sin el libro, coger cualquier papel y un lápiz e ir garabateando el monigote mientras se lo canto. Me recuerda aquello que dibujábamos de pequeños : “¡con un 6 y un 4… la cara de tu retrato!”.
Es uno de los libros preferidos de A. él sólo va a cogerlo y me lo trae para que se lo cante. También lo vuelve a llevar a su sitio cuando acabamos, literalmente va repitiendo “sitio-sitio” mientras lo lleva a la cesta de libros (¡por fin el libro descansa!).
Por supuesto le encanta que vayamos señalando las partes del cuerpo, y él mismo lo imita, y repite algunas palabras (“¡cabeza!”, “¡pies!”, “¡boca!”). ¡Leerlo sólo una vez es imposible!
¿Le pondremos un bigote? a partir de 3 años
Cuando A. sea un poco más mayor para poder utilizar tijeras, creo que es una bonita actividad recortar juntos en cartulinas los diferentes elementos, para hacer una especie de plantilla y construir el monigote de verdad. Aquí os dejo una propuesta de plantilla de ¿Le pondremos un bigote? que podéis usar para recortar y colorear ¡Demos vida al monigote fuera del libro!

La colección La cereza tiene otras joyas para prelectores, escritas por Mar Benegas en colaboración con diferentes ilustradores. Al final de todos los libros de la colección hay un código escaneable, en el que los papás que no se sientan inspirados para ponerle música a los versos pueden recurrir a escuchar la versión que propone la editorial Combel, podéis verlo a continuación:
Y vosotros ¿cómo construís el monigote de Le pondremos un bigote?
Es bonito ver cómo los peques crecen con los libros y los libros con los peques. Gracias por compartir tu experiencia
¡Gracias por tu comentario Vanesa! Sí, es curioso cómo las lecuras de un mismo libro van transformandose con la edad, y poder compartir este proceso con ellos desde tan pequeños no tiene precio.