Hoy os hablamos de Mi colección de caras (Pastel de Luna, 2018), del artista visual Antonio Ladrillo.
Este álbum ilustrado muestra las diferentes caras de un niño y sus amigos en diferentes situaciones y estados de ánimo, a lo largo de un día normal de colegio. El formato redondo encaja la cara del personaje, que ocupa toda la página. Inevitablemente las ilustraciones provocan que el joven lector imite las diferentes expresiones, con las consiguientes risas.
En Mi colección de caras varios elementos se conjugan para hacer disfrutar al prelector. Su formato redondo, dando vida a la cara rechoncha del protagonista, llama la atención de pequeños y mayores. La sencillez de formas y líneas y la paleta limitada de colores puros dan pie a una interpretación abierta de las imágenes del personaje. Finalmente, la edición en cartoné lo hace un libro objeto resistente a las ocurrencias de los más traviesos.
Nos hicimos con Mi colección de caras en una visita al Salón del Libro Infantil y Juvenil en el Centro Cultural Conde Duque en diciembre de 2018. Al final de la exposición vendían una selección de libros y A., que tenía un año y medio en aquella época, se lanzó a por él nada más verlo en el estante. Así fue como A. nos descubrió a Antonio González.

Antonio Ladrillo
Antonio González (Alicante, 1974), es un pintor abstracto y artista gráfico que firma sus diseños e ilustraciones con el pseudónimo de Antonio Ladrillo. Autodidacta, empezó haciendo grafitis, pero pronto descubrió que sus intereses iban mucho más allá. En 2011 publicó su primer álbum ilustrado llamado ¡Oh! Un zig-zag! (en castellano publicado por Ediciones Silonia).
En la actualidad su trabajo es demandado a nivel internacional, tanto para público adulto como infantil. Además de Mi colección de caras, tiene otros doce libros ilustrados publicados en varios idiomas. A nosotros nos han llamado la atención los editados por Fulgencio Pimentel: Ser un fantasma es lo mejor, YO, y Un… mundo maravilloso.
En la sencillez de sus líneas y la apertura de sus visuales descubrimos influencias de Olle Eksell, Bruno Munari, y en general del arte abstracto. De hecho él mismo cuenta que su primera influencia fue una reproducción de un cuadro de Miró en casa de sus padres. Las líneas largas y negras y una gran mancha amarilla en el centro sobre fondo blanco, le recordaban a un huevo frito y marcaron la elección de su futuro camino. Su trabajo nos ha recordado también a Triángulo, Cuadrado y Círculo, de Mac Barnett y Jon Klassen, del que ya os hablamos hace algunas semanas.
Si queréis saber más sobre su proceso de creación, aquí os dejamos una entrevista que hizo para RTVE en 2015. Además, podéis consultar su web personal o seguirle en Instagram.
En definitiva, Mi colección de caras es un libro perfecto para pasar un buen rato ensayando nuestras dotes para la mímica, y nos ha descubierto a un artista nacional con un estilo muy peculiar y simpático del que sin duda disfrutaremos más en el futuro.